Thursday, December 28, 2006

Las Cenizas del Cuervo

En un extraño rincón de la costa, entre extensiones de fragante y sucios pinos americanos,
bajo un cielo azul y un mar de ácidos perfumes grises rosas; están las cenizas del cuervo.
En un extraño envoltorio de porcelana blanca con un ribete dorado y una tapita de té japonés, como sello, están las cenizas del cuervo.

Extrañas manadas de extraños perros grises y tristes
merodean haciendo círculos alrededor de las cenizas del cuervo.

La espantosa luna llena, que entre nubes fluor, azul celestes-grises, aparece y desaparece; da extraños brillos a los colmillos y babas del los extraños mastines.

Giran en la extraña danza de los que siempre vigilan lo que por sucio siempre deberá estar vigilado.

Pero la pequeña jarra con las cenizas del cuervo está ahí.
Como un rídiculo grial.

Está posada,la jarra, sobre un pequeño altar de piedras blancas
dentro del altar hay una diminuta cajita de plástico japonés;
es un supermicrocircuito integrado a una red de delicada fibra óptica.
Esta gobierna sobre un complejo aparato de multimedia infernal.
Con cientos de trucos cinematográficos de última generación para asombrar a los bobos y emitir extrañas señales a la historia.
Por ejemplo, el más simple de todos: Emite todo el día descalabradas notas de añejas marchas militares.
Otro y uno de los más complejos:
Se conecta vía innalámbrica con un grupo de micromecanizados soldaditos de plástico que, todos los días a las 11:oo hrs, comienza un estúpido desfile desde una pequeña compuerta en el flanco izquierdo del altar blanco.
Generan una marcha de amplio semicírculo en el que los soldaditos, perfectamente articulados, caminan prusianos, quemando banderas rojas y disparando sus escopetitas miniatura al aire.
A su vez la extraña caja ordena, a unos excelentes parlantes, emitir majestuosos gritos de cóndor en celo majestuoso y unos complejos sistemas aromatizadores llenan el aire con olor a asado de cordero al palo magallánico estilo.

Los mastines lanzan ladridos, a destajo, de saliva y restos de carne como si se rieran desaforados corren por el emplazamiento oficial donde están las cenizas en su delicada cajita de porcelana japonesa.

El pequeño sistema multimedial tiene otros trucos que poco a poco iré develando.

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